¡Hola, Tribu!
Espero que se encuentren muy bien, que estén teniendo una semana productiva y, como siempre, es un gusto saludarlos en esta nueva edición de Compás de Ideas.
Hoy quiero contarles una anécdota de uno de mis modelos a seguir, una persona cuya vida ejemplifica la fuerza del espíritu humano ante las más grandes adversidades.
Era el año 1949. Un joven abogado de 25 años llamado Charlie Munger estaba comenzando a abrirse paso en el competitivo mundo legal. Con gran entusiasmo, aceptó un trabajo en el prestigioso bufete Wright & Garrett, con un salario de $3,300 al año. Charlie tenía $1,500 en ahorros en el banco, dinero que había juntado centavo a centavo. El futuro en ese momento parecía prometedor. Pero apenas unos años después, su mundo perfecto empezaba a derrumbarse.
Cuando Charlie tenía 29 años, su matrimonio con la que había sido su esposa desde los 21 años llegó a su fin de la peor manera: en un tortuoso divorcio que lo dejó en la ruina. Perdió la casa familiar en South Pasadena y todos sus bienes. Tuvo que mudarse en terribles condiciones al club de la Universidad de Pasadena y manejar un espantoso Pontiac amarillo, con una pintura tan horrible que sus propios hijos se avergonzaban. "Papá, este auto es un desastre, ¿por qué lo manejas?" le preguntó su hija Molly, incrédula. El ahora paupérrimo Charlie solo atinó a responder: "Para esquivar estafadores".
Pero lo peor estaba por llegar. Poco después del divorcio, le diagnosticaron leucemia a su hijo Teddy, de solo 9 años. En esa época no existían los seguros médicos como hoy; por lo que la mayoría del gasto salía del bolsillo. Peor aún, la tasa de mortalidad de la enfermedad rondaba el 100%. No había nada que los doctores pudieran hacer. Con el corazón hecho pedazos, Charlie acudía día a día al hospital a abrazar a su hijo, para luego deambular llorando por las calles de Pasadena. Un año después del diagnóstico, en 1955, Teddy falleció.
Charlie había tocado fondo: a los 31 años, se hallaba divorciado, arruinado y enterrando a su hijo. Pero la vida aún le tenía deparadas más pruebas. Años más tarde sobrevino una espantosa operación que lo dejó ciego de un ojo, con dolores tan insoportables que finalmente se lo tuvieron que extirpar. Parecía que la tragedia y el sufrimiento lo perseguían. Sin embargo, pese a toda adversidad, Charlie logró sobreponerse.
Con tenacidad y disciplina, se abrió camino en el mundo de los negocios. Antes de cumplir 70 años, se había convertido en uno de los 400 hombres más ricos del mundo. Llevaba 35 años felizmente casado con su segunda esposa. Tenía ocho hijos maravillosos y un sinnúmero de nietos. Y sobre todo, se había ganado un lugar como uno de los pensadores y hombres de negocios más respetados en la historia.
La vida de Charlie Munger fue una montaña rusa, llena de inmensos desafíos pero también marcada por grandes triunfos. Detrás de cada capítulo de su vida, se encuentra una lección inspiradora que Charlie nos lega con fuerza y claridad: nunca hay que rendirse, sin importar las tormentas que azoten nuestro camino. Si Charlie Munger no renunció cuando estaba divorciado, arruinado y enterrando a su hijo de 9 años, la verdad es que la mayoría de nosotros no tenemos excusa para simplemente no seguir adelante, sin importar las dificultades que tengamos.
Como bien decía Charlie: "La vida tendrá golpes terribles, golpes horribles, golpes injustos. No importa. Y algunas personas se recuperan y otras no. Y aquí creo que la actitud de Epicteto es la mejor. Pensaba que cada contratiempo en la vida era una oportunidad para comportarse bien. Cada contratiempo en la vida era una oportunidad para aprender algo y tu deber no era sumergirte en la autocompasión, sino utilizar el golpe terrible de manera constructiva."
No me imagino un mejor principio para vivir la vida.
¿Cuál es mi recomendación de lectura esta semana?
Amigos, esta semana no estoy leyendo ni escuchando nada nuevo. Continúo metido de lleno en el libro "Outlive" de Peter Attia, el que les recomendé la semana pasada, y además les digo, está buenísimo. Encima de eso, me encuentro en mi última semana de clases de la maestría con múltiples pendientes acumulados. Así que, aprovecharé para recomendarles en esta ocasión una lectura que disfruté muchísimo el año pasado y que es el primer libro de la serie sobre virtudes estoicas que se encuentra escribiendo actualmente Ryan Holiday: "La Llamada del Coraje".
En esta primera entrega de su nueva serie sobre las virtudes cardinales del estoicismo, Holiday nos enseña por qué el coraje es tan crucial y cómo cultivarlo en nuestra vida cotidiana. A partir de las acciones inspiradoras de quienes han respondido al llamado de su destino, el autor nos muestra cómo podemos dar un paso al frente incluso cuando los demás retroceden. Porque el verdadero valor trasciende el simple arrojo físico. Tener coraje implica hacer lo correcto, enfrentarse a las convenciones y defender nuestras creencias con firmeza; es cultivar la creatividad, la generosidad y la perseverancia. Y es la llave para vivir una vida plena, extraordinaria y efectivamente trascendente.
Una píldora de sabiduría para despedirnos
Si deseamos forjar un cambio duradero en nuestras vidas, tarde o temprano debemos enfrentar el desafío de moldear nuevos hábitos y desterrar aquellos que nos están limitando. Es en este terreno donde la sabiduría de Warren Buffett cobra una relevancia profunda:
"Las cadenas del hábito son demasiado livianas para sentirlas pero demasiado pesadas para romperlas".
En una sola frase, el legendario inversionista captura la naturaleza silenciosa pero arrolladora de nuestros hábitos. Son cadenas forjadas lentamente, eslabón tras eslabón, hasta que un día nos encontramos cautivos de su influencia sin apenas darnos cuenta.
Es la rutina aparentemente inofensiva de tomar un trago después del trabajo lo que un día se convierte en un vicio destructivo. Son los pequeños antojos que gradualmente se transforman en obesidad. Es posponer nuestros sueños con la excusa de que "mañana comenzaré" hasta que los años se nos escapan.
Los hábitos, sean virtuosos o tóxicos, tienen un poder silencioso para moldearnos. Son livianos al principio, tan livianos que no los sentimos apoderándose de nosotros. Pero con el tiempo se vuelven grilletes demasiado pesados para romper por nuestra propia fuerza de voluntad.
Por eso, Buffett nos insta a tomar conciencia de las cadenas que estamos forjando con nuestros patrones de conducta. A ser arquitectos conscientes de los hábitos que determinarán nuestro destino. A elegir con sabiduría las rutinas que nos elevarán en lugar de aquellas que nos aprisionarán.
Así que esta semana, observa atentamente tus hábitos diarios: ¿Son eslabones que te acercan a quien deseas ser? ¿O cadenas que paulatinamente te alejan de tus anhelos más preciados? Recuerda, serán livianas al principio, pero con el tiempo determinarán el peso de tu vida entera.
¿Y quién se llevará el libro?
Para aquellos que no lo sepan, es posible que no me sigan en Twitter e Instagram, pero esta semana celebramos el Día Internacional del Libro el pasado martes. Por esa razón, decidí sortear entre mis lectores de Compás de Ideas el libro "Cómo ser un Estoico" de Massimo Pigliucci. Mi intención al regalar una obra sobre el estoicismo es que esta filosofía me ha ayudado enormemente a vivir una vida con mucho mayor enfoque y serenidad. Espero que a Olga, la afortunada ganadora del sorteo, esta lectura pueda serle igual de valiosa en su propio camino.
Quisiera aprovechar para agradecer a todos los que se tomaron el tiempo de participar. Tengan por seguro que próximamente estaré organizando más sorteos, no solo de libros, sino de otras recompensas especiales para todos aquellos suscriptores fieles que semana tras semana me acompañan leyendo Compás de Ideas.
No duden en dejar sus comentarios, y si les ha gustado lo que han leído, ¡compártanlo con amigos y colegas que podrían estar interesados!
Hasta el próximo jueves, sigan explorando, soñando y descubriendo.
Excelente artículo hermano, felicitaciones.
Que maravilla de artículo!!! Creo que tu musa ha dado en el clavo esta semana! 10/10 El mejor hasta ahora