¿Y si la pasión no se encuentra, sino que se construye?
Lo que termina moviendo la aguja, rara vez se siente desde el día uno.
¡Hola, Tribu! 📩
Hoy quiero hablar de una idea que —hasta hace muy poco— repetía incansablemente porque me parecía incuestionable: que el camino hacia una vida plena reside en encontrar ‘nuestra’ pasión.
Lo decía con convicción, como si fuera un hecho indiscutible:
“Escoge algo que te apasione, dedícate a ello, y todo lo demás encajará.”
Confieso que durante años la repetí sin pensarlo mucho. Hoy, con más perspectiva —y algo más de experiencia encima— me doy cuenta de que esa idea puede ser una trampa disfrazada de certeza.
Ese cambio vino inicialmente luego de leer el libro La paradoja de la pasión de Brad Stulberg y Steve Magness, que me ayudó a romper con ese ideal romántico. Su premisa es sencilla: la pasión no es algo que se descubre, es algo que se cultiva.
Esa idea me sacudió. Porque iba en contra de todo lo que yo había creído durante años. No solo implicaba que no era necesario tener una gran certeza al principio, sino que abría la posibilidad de construir sentido desde lo cotidiano. De que, en lugar de esperar a “sentir la chispa”, uno podía empezar por involucrarse, por comprometerse con algo imperfecto, incierto, pero genuinamente interesante.
Y cuanto más lo pensaba, más claro lo veía: la pasión no aparece de golpe. Se construye a lo largo del tiempo, con dedicación, con práctica, con esfuerzo, y, sobre todo, con curiosidad activa.
La sociedad moderna nos empuja a obsesionarnos con la idea de ‘encuentra tu pasión’. Como si se tratara de un objeto escondido que solo espera a que demos con él para que todo cobre sentido. La idea suena bonita, casi mágica. Pero detrás de ella se esconde una trampa peligrosa.
Porque no todo el mundo “encuentra” su pasión de forma clara. Y pretender que debas lograrlo desde joven es, honestamente, un sinsentido. Al final, algunos la intuyen, otros la persiguen sin éxito durante años. Y muchos más simplemente se ven obligados a trabajar, a emprender o a seguir iterando, sin tener el lujo de esperar una revelación vocacional.
Si alguna vez te has sentido así —buscando sin encontrar— quizás esta otra perspectiva te sirva:
¿Y si no se trata de encontrar nuestra ‘pasión’, sino de construirla paso a paso?
Porque la pasión no es una certeza que llega de golpe, sino algo que se cultiva a partir de la práctica, del esfuerzo sostenido, de quedarte en el lugar el tiempo suficiente como para que algo eche raíces. No necesitas tenerlo todo claro desde el principio. Lo que necesitas es estar dispuesto a explorar con intención, a tolerar la incomodidad inicial, a perseverar aunque el entusiasmo no sea inmediato.
A veces, lo que comenzó como una simple curiosidad termina convirtiéndose en un camino lleno de sentido. Pero para que eso ocurra, no basta con esperar claridad: necesitas involucrarte. Trabajar con seriedad, aprender cosas nuevas, equivocarte, y observar qué partes de ese proceso empiezan a moverte por dentro.
No siempre la emoción viene primero. A menudo, es la acción la que abre el camino. Y, muchas veces, es el compromiso el que termina despertando la pasión.
Una y otra vez he visto personas rendirse demasiado pronto porque “esto no era lo mío”. Proyectos con potencial que se abandonan porque “no me sentía apasionado”. Gente que se paraliza esperando que llegue una señal definitiva que les diga: “es por aquí”.
Y hay otra verdad incómoda: ningún trabajo está exento de días difíciles. Incluso las actividades que más sentido nos dan tienen momentos de rutina, frustración o duda. Esperar sentir emoción constante es una expectativa poco realista que puede hacernos abandonar demasiado pronto. Por eso es tan importante no idealizar lo que nos gusta, sino comprometernos con lo que hacemos.
El compromiso es el verdadero factor que sostiene una vocación en el largo plazo.
Dicho de otra forma: la pasión no siempre te acompañará desde el principio. Muchas veces, aparecerá después de haber recorrido el camino, de haber invertido tiempo, energía y voluntad. Es lo que ‘tomará forma’ cuando dejes de preguntarte tanto si “esto es lo tuyo” y simplemente empiezas a construir algo, día tras día.
Si estás en ese punto —probando, dudando, avanzando con más preguntas que certezas— te dejo algunas recomendaciones que pueden ayudarte a avanzar con más claridad y menos frustración:
Cultiva el interés antes de exigir pasión. Pregúntate: ¿me genera curiosidad? ¿Quiero aprender más? Esa es suficiente señal para seguir explorando.
Diseña rituales, no esperes motivación. La emoción va y viene. Lo que queda es el hábito. Diseña tu entorno y tus rutinas para sostenerte cuando el entusiasmo no esté.
Evalúa tus progresos cada trimestre, no cada día. Nada florece en dos semanas. Dale tiempo a tu proceso antes de juzgarlo.
Cuida el balance. Una pasión que consume todo a su paso termina quemándote. La armonía importa más que la intensidad.
Vuelve siempre al propósito. Cuando sientas que pierdes conexión con lo que haces, regresa a la pregunta: ¿por qué comencé?
La pasión no es una brújula mágica. Pero sí puede ser la consecuencia de elegir bien nuestras batallas y quedarnos lo suficiente en un camino como para que empiece a revelarnos algo. Más que esperarla como una chispa repentina, vale la pena construir una relación distinta con nuestro trabajo y nuestras decisiones: menos idealización, más compromiso con el proceso.
La pasión no aparece de la nada, se construye. No está al inicio del camino, sino al final de muchos días de trabajo, curiosidad sostenida y compromiso.
Me alegrará saber que algo de esto te hizo clic. No porque tenga la fórmula, sino porque creo que vale la pena seguir desmontando las ideas que nos frenan. Y reemplazarlas por otras más reales, más aterrizadas, más vivibles.
Si estás en medio de ese proceso —probando cosas, soltando ideas viejas, sin tenerlo todo claro—, me encantaría leerte: ¿Qué pequeña curiosidad estás siguiendo, sin saber aún adónde te llevará?
Nos leemos pronto,
José Miguel Farías
Hola Jose! Siento que este artículo va de deconstruir lo que entendemos por “pasión”, y me encanta.
Hablas de algo que damos por hecho, las frases que escuchamos constantemente son: “si encuentras tu pasión, serás exitoso” “si trabajas en lo que amas, nunca volverás a trabajar” etc etc. Que al final, no es cierto... Cualquier idea o negocio que inicies deberás echarle muchas ganas, horas, trasnochos, aventadas al vacío, apostando por algo que te llama la atención, pero realmente no conoces.
Muchas veces la vida nos pone en caminos que no imaginábamos ni en nuestro mayores momentos de ansiedad. Creo que como dices, si apostamos con intención, curiosidad y seguridad, pero sobretodo….. C O N S T A N C I A. Es la única forma de descubrir si realmente te apasiona.
Gracias por esta idea. Es una visión fresca y de optimismo hacia el futuro. A mi se me ocurre que la pasión y el engancharte con una actividad tiene mucho que ver con reconocer que se te da bien lo que haces y que en cierta forma disfrutas haciéndolo.